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Terapia.

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Sábado 16 de Octubre, unidad de psiquiatría del hospital provincial de Castello. Llega a Urgencias con el corazón de hojalata reventado a patadas.

Me presento, soy M, la psiquiatra de guardia. Le digo que me cuente un poco el por qué, sin decir por qué exactamente. Ya no me gusta usar esa palabra que coarta justamente eso, los motivos.

Le cuesta, es verdad. Arrancar palabras. Divaga, aunque sé. Susurra una historia, su historia. De aspecto cuidado, no fuma, el humo se lo dejó encima de la estantería antes de venir a esta frialdad que por supuesto es blanca, gris y negra. Mirada profunda. No otros tóxicos.

Dibuja las ventanas que no existen en la consulta. Me genera curiosidad. ¿Qué le habrá sucedido para llegar a ser tan hermético? Me cuenta que le cuesta dormir y que presiente que en Noviembre llegará algo gigante. Aquí le cambia la mirada. Hace muchos años que cuenta en noviembres, ya llevamos como tres o cuatro o siete. El contacto no llega a ser psicótico pero me quedan mis dudas al respecto. Tiene los ojos amarillos. Siempre que tuve unos ojos felinos cerca me quedé, se quedó. Pienso que me costará ser imparcial.

Lo han encontrado en la calle desorientado. Lloviznaba. Miraba las gotas de lluvia que a través de la luz de las farolas hace desglosar las ideas. Se siente perplejo. Comenta que él sólo hacía que soñar. Habla solo, se le escucha desde la escalera de su casa. Le pregunto, habla, le habla a ella, a la que se quedó en él, a mitad camino, a la que le dio o quiso darle, a la que no quiso, vaya, estar, sólo pareció. Pienso que por eso tal vez, se aprendió cada arruga de su cara. En la distancia pensar era más sencillo, o quizás es que sólo cabía esperar, dando tumbos, daban pasos también.

Eufórico, amante de lo efímero. Me cuenta las cosas de dentro. No, no son cosas, son partes de la primera parte. Comenta de forma circular lo mismo, repetición " Me aterra hacer daño a las personas que tengo cerca". Y yo creo que no lo hace, el daño quiero decir, te lo haces a ti misma si le juegas, si le respiras, fuerte. Devorador de personalidades algo que aqui llamamos "psicópata de la mente" aunque de nada sirve que yo aprenda a describir personalidades, el molde se desmolda. Y caes. Querer comprender, entender espirales, convergencias divergentes, imposibles, psicodinámicas, estaciones de tren, andenes vacíos, resulta básico. Hacerse dueña del morbo, rellenar las grietas, interpretar(lo), entiendo, eso creo. Es lo que todos estos años míos plagados de inestabilidades varias tienen. Es verdad, ha tenido la mala suerte de topar con una traductora de historias de lo efímero.

Manipulador, baja expresividad emocional, experto en lenguaje analógico, en descifrarlo, digo. Mantiene la atención, concentración y memoria en todo momento. No titubea ni un segundo aunque por dentro se está parkinsonizando constantemente. Su imagen. Su imagen se refleja en tu córnea desde la cual él se divisa. Mantiene un buen contacto interpersonal. Sabe que quiero arrancarle palabras, él responde jugando con la semántica, más precisa. Busca entre líneas, las alarga, expande y comprende, las domina. Al final me convierto en espectadora pasiva haciendo alarde de paciencia. Por más que intento... no traduzco ni introduzco. No impresiona de alteraciones del estado de ánimo aunque profundizando me llegan momentos hipertímicos suyos y domingos de tormenta ( a pesar que los últimos fueran fructíferos pudiendo llegar a París en un año después de 1 millón 427 mil pasos entre Brasil, Tailandia, Valencia y otros.

Quizás le falte un perro o un gato. Se enamora de las líneas curvas y de los finales no escritos. Espera sin querer aquel coup de coeur necesario en el desarrollo de todo historia. Sólo así quedará pendiente de un hilo, enganchado, adicto aunque independiente. Sabe manejarse en la duda y eso contrarresta a cualquier neurótica (como yo, como tú) que se le cruce por el camino. Odia pensar aunque ignora el cómo no hacerlo. Nula conciencia de enfermedad o insight. Presenta insomnio de segunda fase lo que le lleva a una gran productividad. Hace que quieras aunque él no quiera. Mantiene la expectación en todo momento. Tiene algo entrañable, aunque no sé especificar el qué. No se aguanta y se suspende. Descarto la presencia de psicopatología que requiera de intervención urgente sabiendo que si le apago su visión de los hechos se volverá loco.

Le entrego su informe con mi número de teléfono, puede que algún día...

m.

Blanco, negro y algunos grises. v 3.0

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Todo vuelve a ser posible.